Situada en la desembocadura del río
Verde, muy cerca de su término municipal, ya era conocida su existencia en el
siglo XVIII, aunque fue en 1960 cuando el arqueólogo Carlos Posac Mon y D.
Fernando Alcalá Marín descubrieran parte de la Villa Romana y hasta la fecha no
se ha explorado en su totalidad, por lo que se obtiene una visión incompleta de
esta villa.
La singularidad de los mosaicos del pavimento documentados en esta villa,
especialmente del mosaico culinario, habría que destacar los pocos ejemplos de
este tipo de asentamientos que contamos en el litoral andaluz, recuerdo que
este tipo de asentamientos eran de familias nobles de un nivel económico
medio/alto.
Las estancias descubiertas tienen un conjunto de mosaicos de altísima calidad, de una diversa temática, que
decora el pórtico y las habitaciones
anexas, destacando el nivel técnico de los pavimentos y la temática de los
mosaicos.
Al parecer el patio interior estaría
dedicado a la explotación lucrativa del mar y salazón de pescados,
una actividad a la que se dedicaron buena parte de los asentamientos costeros béticos,
especialmente en época romana, y de la que tenemos buena muestra
en alguno de los elementos decorativos del mosaico
culinario que decora la parte residencial de esta casa.
La villa de Río Verde ha pasado por numerosas fases
de esplendor, ignorancia, desconocimiento o abandono, hasta ser declarada, Bien de
Interés Cultural el 13 de marzo de 2007, iniciándose a raíz de esto
una serie de actuaciones y proyectos dirigidos a acondicionar el yacimiento
para su apertura al público, con los requisitos necesarios para poder garantizar
su conservación y así evitar su deterioro.
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